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Fantásticos murales y esculturas realizados por Federico, nuestro artista a menudo en residencia, ornamentan estos altos ambientes abovedados, que se vuelven hogareños gracias al piso de ladrillo pastelero, el trabajo en piedra, las tallas artesanales en madera pintada a mano por el maestro peruano Jaime Liébana e imponentes chimeneas a leña en el Comedor y en el Lounge, honran la riqueza de los ingredientes orgánicos que fueron originalmente cultivados en este generoso Valle Sagrado por los Inca.
La alta cocina peruana se encuentra con los vinos del Viejo Mundo y del Nuevo en nuestra singular cava de vinos. Paredes de un rojo colonial rodean la antigua mesa de comedor con espacio para 14 personas, dispuesta con manteles bordados a mano, vajilla elaborada según nuestras especificaciones, platería formal y un arreglo de rosas de nuestros jardines. Después de cabalgar, explorar Machu Picchu o relajarse en la piscina, una noche en este refugio subterráneo es el cierre más sofisticado y epicúreo para un buen día. El menú a medida está compuesto de platillos estacionales preparados por el chef y maridados con vinos curados por nuestro sommelier residente.
Bienvenido a la cocina de Sol y Luna, quien conduce a un máximo de diez comensales en una aventura culinaria en tres tiempos, entre los aromas, sabores, colores y gustos del Perú, acompañados de pisco sours.
Mientras experimentan el Valle Sagrado a través de sus paladares, conocerán más sobre los productos de esta fértil hondonada que ha sido la despensa de la región desde tiempos de los Inca, quienes construyeron las terrazas agrícolas llamadas andenes. En su mesa aparecerán estos insumos, que hasta el día de hoy se siguen cultivando: maíz blanco y rojo, quinua, alrededor de 4000 tipos de papa.
Ponemos a disposición de los huéspedes nuestros hornos a leña, pintados a mano. Con mandiles y tocas de chef, trabajarán la masa y prepararán pizzas bajo la guía de nuestro chef. La abundante selección de ingredientes frescos, tanto para carnívoros como para vegetarianos, aseguran que cada pizza será un deleite personalizado hasta para los más voraces.
Para los Incas este ritual culinario, al mismo tiempo rústico y altamente simbólico, cuyo nombre proviene del quechua pacha (‘tierra’) y manka (‘olla’), representaba una celebración del ciclo de la vida. Cavar un horno en la tierra y cocinar alimentos enterrados es un tributo a la Pachamama, la diosa Inca de la fertilidad.
Rodeados de las gloriosas montañas de los Andes y los frondosos jardines del Sol y Luna, recreamos este banquete andino por antonomasia a la hora del almuerzo o de la cena, para un máximo de 8 personas. Tal como hacían nuestros ancestros Inca, antes de comer nuestros alimentos -cordero, alpaca, cerdo, pollo y cuy, además de camotes, papas, habas, plátanos, pimientos rellenos, tamales y choclo, el maíz blanco del Valle Sagrado- los regresamos al vientre de la Madre Tierra, como señal de respeto.
Un lugar artístico de encuentro para beber pisco sours y disfrutar de presentaciones en vivo.
Un lugar para comer y departir bajo el fresco aire andino, con demostraciones de caballos de paso peruano y marinera.
Gracias por visitarnos, en este momento estamos actualizando nuestra disponibilidad, por favor remite tu requerimiento a reservas1@hotelsolyluna.com
En breve ofreceremos nuestro calendario con la disponibilidad en línea.
Disculpas por la incomodidad.